martes, 20 de mayo de 2008

domingo, 11 de mayo de 2008

martes, 6 de mayo de 2008

domingo, 4 de mayo de 2008

HISTORIA DE LA EDUCACION ROMANA




Hasta el siglo II a.C., la educación del joven en al antigua Roma se limitaba a lo que podía enseñarle el padre. Ésta enseñanza se basaba fundamentalmente en el respeto a las costumbres.
Hasta los siete años la madre se encargaba de la educación de los hijos, pero a partir de los siete, el padre tomaba la responsabilidad de la educación. Éste le enseñaba a leer, escribir, usar las armas y cultivar la tierra, también le impartía los fundamentos de la moral, la religión y el conocimiento de la ley.

El niño acompañaba a su padre a todas partes, al campo, a los convites, al foro; mientras la niña, seguía bajo la tutela de la madre, quien le instruia en el telar y en las labores domesticas.

A partir de los siglos III y II a.C., Roma entra en contacto con la cultura griega al conquistar la Magna Grecia. A partir de este hecho, la superioridad de la cultura griega marcará la cultura y educación romana. Maestros y Rétores llegan como esclavos a Roma y se dedican a impartir la instrucción en las casas de sus dueños, y una vez obtenida su libertad, algunos fundan escuelas.

NIVELES DE EDUCACION


El sistema educativo griego es implementado por los romanos, de esta manera, gran parte de pedagogos, gramáticos, retóricos y filósofos; comienzan a enseñar en las calles.
La educación romana, se divide en tres niveles:

• Elemental
• Medio
• Superior

La primera ocupa los niños desde los siete hasta los once años. Ésta educación podía recibirse en casa, con maestros particulares o en la escuela del “LITTERATOR”, éste tipo de educación era para todos.
La segunda, era impartida por el “GRAMMATICUS”, acogía a niños y niñas de doce a dieciséis años. A este nivel de educación solo tenían acceso las personas privilegiadas o ricas.
La tercera etapa, era la enseñanza superior, y era impartida por el “RHETOR”, quien era generalmente griego. Quien llegaba a este grado de estudios, era porque se dedicaría a la vida pública y la oratoria.
Al finalizar los ejercicios preparatorios, el alumno se ejercitaba en la declamación, de las cual se distinguían los siguientes dos géneros:

1. SUASORIAE: discurso sobre temas históricos. Eran monólogos en los que personajes famosos de la historia valoran el pro y el contra antes de tomar una decisión.
2. CONTROVERSIAE: discusiones entre dos escolares que defendían puntos de vista contrarios sobre temas judiciales muy variados.

DERECHOS Y DEBERES DE PROFESORES Y ALUMNOS



. LOS PROFESORES

Asuma ante todo un espíritu de padre con respecto a sus alumnos, y piense que está en el lugar de aquellos que le han confiado a sus hijos. No tenga él vicios, ni los tolere. No sea desagradable su actitud austera, no sea excesiva su familiaridad; no vaya a ser que nazca de la una odio y de la otra desprecio. Hable mucho de honestidad y bondad, pues cuantos más avisos dé, menos castigará. No se deje llevar nunca por la ira, pero tampoco deje pasar lo que debe corregirse. Sea sencillo en su enseñanza, sufridor del trabajo, esté siempre cercano, pero no en exceso. Responda gustoso a los que le preguntan, a los que no le preguntan, pregúnteles de repente.

En las alabanzas de las exposiciones de sus alumnos no sea tacaño, pero tampoco exagerado, porque lo uno provoca disgusto con respecto al trabajo, lo otro autosuficiencia. Al corregir lo que debe, no sea duro, y mucho menos, amenazador, pues a muchos les aleja del propósito de estudiar el que algunos les repriman como si les odiasen.


. LOS ALUMNOS

Después de hablar bastante de los deberes de los maestros, a los discípulos, entretanto, sólo les recomiendo esto: que amen a sus maestros no menos que a los mismos estudios, y crean que son sus padres, no físicamente hablando, sino en el plano intelectual. Este deber hacia el maestro ayudará mucho al estudio, pues los escucharán mejor y creerán en sus palabras, y desearán vivamente parecerse a ellos. Finalmente vendrán contentos y entusiasmados a las reuniones de las escuelas, no se enfadarán cuando se les corrija, se alegrarán cuando se les alabe, y se dedicarán al estudio para ser los más queridos.

Pues así como el deber de aquéllos es enseñar, el deber de éstos es mostrarse dóciles. De lo contrario, una cosa no sirve sin la otra. Y así como el hombre nace de la unión de uno y otro progenitor, y en vano se esparce la semilla si no la calienta el surco bien mullido, de la misma manera, la elocuencia no puede desarrollarse si no existe la concordia asociada del que transmite y del que recibe.