

Hasta el siglo II a.C., la educación del joven en al antigua Roma se limitaba a lo que podía enseñarle el padre. Ésta enseñanza se basaba fundamentalmente en el respeto a las costumbres.
Hasta los siete años la madre se encargaba de la educación de los hijos, pero a partir de los siete, el padre tomaba la responsabilidad de la educación. Éste le enseñaba a leer, escribir, usar las armas y cultivar la tierra, también le impartía los fundamentos de la moral, la religión y el conocimiento de la ley.
El niño acompañaba a su padre a todas partes, al campo, a los convites, al foro; mientras la niña, seguía bajo la tutela de la madre, quien le instruia en el telar y en las labores domesticas.
A partir de los siglos III y II a.C., Roma entra en contacto con la cultura griega al conquistar la Magna Grecia. A partir de este hecho, la superioridad de la cultura griega marcará la cultura y educación romana. Maestros y Rétores llegan como esclavos a Roma y se dedican a impartir la instrucción en las casas de sus dueños, y una vez obtenida su libertad, algunos fundan escuelas.

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